Etiquetas escritura manual vs automatica

Etiquetas de escritura manual o automáticas: ¿cuáles necesito en mi cocina?

La digitalización en las cocinas para reducir los procesos manuales y centrar los esfuerzos de los profesionales en la calidad está a la orden del día, y es necesaria en muchas ocasiones no solo para ofrecer un mejor servicio, sino también para conseguir objetivos como la reducción del desperdicio alimentario o conseguir una mayor trazabilidad que ayude a reducir costes. Pero no todos los casos son iguales y debe darse por supuesto que la automatización es la mejor solución o un requisito totalmente indispensable para todas las situaciones.

La convivencia de etiquetas de escritura manual y las automáticas son un claro ejemplo. Mientras unos restaurantes o locales pueden sacar más provecho de un etiquetado prácticamente autónomo, para otros el proceso tradicional de escritura a mano es suficiente y no requieren de mayor inversión. Conozcamos para qué casos pueden ser más útiles cada una de las opciones y qué ventajas aportan.
 

Etiquetas de escritura manual

Así, las etiquetas de escritura manual siguen siendo una solución muy apta para aquellos entornos en los que el volumen de servicios a realizar no es tan elevado o cuando en los almacenes no se mueve una gran cantidad de stock con entradas y salidas constantes de producto. Los locales con pocas mesas, un servicio más calmado y menor clientela tienen una mayor capacidad para seguir controlando aspectos como las caducidades secundarias mediante la escritura a mano.

También es muy útil para las cocinas con menor número de profesionales implicados, ya que tienen un mayor control general de los stocks y los alimentos cambian menos de manos, por lo que las opciones de error por no conocer los estados por los que ha pasado el alimento a manipular se reducen drásticamente.

Para todos estos casos, existen etiquetas específicas que permiten la escritura a bolígrafo o rotulador de valores como el nombre del producto, las fechas de elaboración, las caducidades secundarias, alérgenos u otros campos de control. Incluso este tipo de etiquetado puede contener ya alguna información previamente definida, como la identificación de los días de la semana por colores en el diseño básico de la etiqueta.

Así, la información que se debe incluir en este tipo de etiquetas debe ser la justa y siempre acompañada del color de la semana para identificar el producto de forma fácil y rápida.

Ejemplos:

 

Etiquetas con información automatizada

Una realidad muy distinta es la que presentan las cocinas con un grupo amplio de profesionales moviéndose entre fogones, con gran cantidad de servicios por realizar de forma constante y tan solo minutos para gestionarlos sin fallos. Este tipo de restaurantes requieren de un mayor control al manipular más manos los alimentos que entran y salen ya que, al desconocer los procesos previos por los que ha pasado el alimento, existe un riesgo mucho mayor para la seguridad alimentaria.

Además, los almacenes y cámaras frigoríficas de estos locales cuentan con muchas más mercancías por gestionar, tanto en su recepción e inventariado como en el control de temperaturas y etiquetados de caducidad secundaria.

Todas estas situaciones, unidas a un ambiente más caótico y estresante al tener más pedidos y mayor número de clientes al mismo tiempo, requieren de sistemas de etiquetado lo más automatizados posible. Lo ideal en este contexto es que el profesional pulse un botón y obtenga la etiqueta sin errores con todos los datos necesarios para la trazabilidad del producto, así como los datos centralizados para acceder desde cualquier dispositivo.

Por ejemplo, en el caso de las caducidades secundarias, con tan solo seleccionar en una impresora portátil con software Smart Food®, el sistema genera una etiqueta con toda la información necesaria: nombre del empleado que ha manipulado el alimento, identificación del producto, fecha y hora de la manipulación, nueva fecha de caducidad y otros detalles como el lote, código de barras para controlar la trazabilidad del producto o requisitos de conservación del alimento. Así, el profesional no debe anotar nada a mano ni hacer cálculos, suprimiendo por completo los fallos producidos por acción humana o la presión del momento de cocina. Pero aun más importante, toda esta información se centraliza en los servidores para poder realizar consultas de posibles incidencias.


Ejemplos:

 

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